El pasado 25 de Enero dio inicio la experiencia de puerto Reembarque, en la región Occidente de Venezuela, con la participación de las carabelas Philos, de Punto Fijo; Cades, Lytage, Shaddai y Jaucrisma de Maracaibo, y Magnasus de Machiques. Ha sido un fin de semana productivo, en el que los remeros han podido recibir la luz, ante el reto inminente de compartirla: Espero más de ti, transmite tu luz.
Comenzamos el día viernes en torno a la misma mesa, como hermanos, para compartir el pan de la cena. Eran más de cien personas que vinieron para compartir, entre remeros, timoneles y acompañantes, y aunque cansados, en las sesiones se notaba la disposición de los remeros de aprovechar lo que se presentaba ante ellos: ¿Soy persona o soy títere? ¿Luz o sombra en el camino? ¿Quién es el más valioso de la carabela, y el menos valioso? ¿Quién es el otro para mí?
La experiencia de puerto constituye así el inicio de la travesía azul, los muchachos se prepararon para afrontar desde ya el reto de ser luz para el mundo que se encuentra en tinieblas, y empezar a planificar con dedicación y entrega el Campamento Misión, experiencia en la cual se fijan en el remero una visión y perspectiva de la vida basada en el otro, el prójimo.
Seremos felices en la medida que desarrollemos nuestra capacidad de amar, en la medida que nuestra vida esté al servicio de los demás. Esto nunca implica una despersonalización, sino un descubrir, sin miedo, realmente ¿Quién soy yo? ¿Será que soy lo que no quiero (desesperanza, miedo, temor, rencor) o quiero de verdad ser yo (respetuoso, servicial y humilde)?
Recordemos las palabras del profeta Jeremías para responder a estas interrogantes: “Clama a mí, y yo te responderé, y te ensenare cosas grandes y misteriosas que tú no conoces” Jeremías 33,3.
El Reembarque no podía terminar sin la celebración de la luz. En ella, se nos invita a ser SAL Y LUZ DEL MUNDO. Y es que ya lo dijo el Señor: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres” (Mt 5,13). En medio de antivalores como el irrespeto, la lujuria, la injusticia, la apatía, la desesperación y pare de contar, Jesús nos pide que seamos amor, porque aunque seamos “pocos” sabemos que generamos un cambio.
Seamos pues, luz de Cristo y démosle al mundo un sabor mejor: el de su palabra. Y sigamos las palabras de Marcelino: “No lo olvidemos: con Jesús, lo tenemos todo, y sin Jesús, no tenemos nada”.
Buen Viento y Buena Mar!